Segundo largometraje de Paul Thomas Anderson, que retomaba un anterior cortometraje (“The Dick Diggler Story”) para narrar una historia de ascensión y posterior descenso a los infiernos ambientada en el mundillo del cine porno de finales de la década de los años 70 y primeros de los años 70. El protagonista es un joven (Mark Walhberg) con un miembro viril de gran tamaño, que por casualidad conoce a un director de cine para adultos (Burt Reynolds), el cual le da un primer papel en una película y le introduce en su grupo cercano de amigos y colaboradores: una mujer divorciada y adicta a las drogas (Julianne Moore), una joven que ha dejado la escuela (Heather Graham), otros actores (John C. Reilly y Don Cheadle) o diversos miembros del equipo técnico (Phillip Seymour Hoffman, William H. Macy), entre otros, con los que entabla una cercana relación a medida que conoce el éxito en este trabajo y con los que también encara la dificil cuesta abajo de las drogas y la aparición del vídeo a primeros de los 80. Anderson consiguió uno de sus mejores films –quizá el más equilibrado de todos hasta la fecha, con su frescura y energía heradada de Scorsese, pero todavía sin la pretenciosidad o solemnidad de sus títulos posteriores- y un convincente retrato de una época y unos personajes que la vivieron a tope, apoyado como siempre en un reparto de altura en el que Philip Baker Hall, Luis Guzmán, Alfred Molina, Melora Walters y Thomas Jane tienen roles menores.
El director de fotografía fue Robert Elswit [ASC], quién ya se había hecho cargo el año anterior de “Sydney”, el debut de Anderson tras las cámaras en un largometraje. Hasta la fecha, con la excepción de “The Master”, para la cual no se encontraba disponible, ha rodado todos los films de Anderson (“Magnolia”, “Punch Drunk Love”, “There Will Be Blood”, “Inherent Vice”). Uno de los operadores más respetados y reclamados de nuestra época, Elswit se ha convertido en un todo-terreno desde que debutase como director de fotografía a comienzos de la década de 1980, en un tiempo en el que aún compaginaba su labor con la de técnico de efectos visuales en Industrial Light And Magic. Hasta el comienzo de su asociación con Anderson, podría decirse que su carrera transcurría de forma más o menos anónima, con muchos proyectos de poca visibilidad, a excepción de títulos como “The Hand That Rocks The Cradle” (1992) y “The River Wild” (1994), ambos a las órdenes de Curtis Hanson. Pero justo en el año en que estrena “Boogie Nights”, Elswit también rueda un título de la serie Bond (“Tomorrow Never Dies”, de Roger Spottiswoode) y comienza a hacerse cargo de cine de mayor presupuesto. Junto a George Clooney rueda “Good Night, And Good Luck” (2005), por la que obtiene su primera nominación al Oscar, premio que consigue con Anderson en “There Will Be Blood”. Trabajos sólidos como “Michael Clayton” (2007), “The Town” (2010) o sus dos entregas de “Mission: Impossible” («Ghost Protocol» y «Rogue Nation«) ponen de manifiesto el nivel de confianza del que goza en Hollywood.
La imagen de “Boogie Nights” sigue la senda iniciada en “Sydney”, aunque aquí Anderson y Elswit (como en sus sucesivas películas) optasen por vez primera por el formato panorámico anamórfico como lienzo en el que plasmar sus imágenes. Parece ser, además, que Anderson ya insistió, como en posteriores trabajos, en evitar las emulsiones de alta sensibilidad (500T) por su mayor grano, favoreciendo una emulsión o emulsiones que aunque requirieran más luz, ofrecieran la posibilidad de adquirir imágenes más ricas. De hecho, si por algo se caracterizan los trabajos de Anderson y Elswit por esta época es por la riqueza del color de sus películas, fruto sin duda de sobreexponer sus negativos (dejándolos muy densos) y bajar las imágenes al positivarlas. Así pues, Elswit y Anderson juegan la baza de una paleta de color muy amplia –que prácticamente acoge todos los colores del espectro, así como múltiples mezclas de diferentes temperaturas de color- para trasladar a la época en cuestión, sin recurrir al estilo de degradar sus imágenes para reproducir la estética de otra época.
La película comienza con un plano secuencia de Steadicam muy vistoso y complicado, desde el exterior hasta el interior de una discoteca, en el que Anderson presenta a los personajes principales y realiza toda una declaración de principios: la película va a mostrar –al más puro estilo de Scorsese- a una serie de personajes excesivos y el realizador va a filmarla con mucha garra y energía. Y es que la cámara de Anderson, aunque también tiene momentos de pausa y sosiego, se mueve con tanta frecuencia como con inteligencia a lo largo de la proyección, siendo en muchas ocasiones, además, un medio narrativo que sitúa al espectador bien como observador o bien casi como partícipe de la acción, haciendo un estupendo uso de la pantalla panorámica en todo momento. Además, siendo fiel a la realidad del momento, presenta las imágenes del porno de los años 70 en formato 16mm y pantalla completa, mientras que ya en los 80 el vídeo NTSC en formato 4/3 es el que se presenta en el centro de la pantalla de Scope. También, incluso, Anderson llega a echar mano en varias ocasiones a una herramienta tan propia de la época como el zoom, a pesar que ello seguramente complicase la vida a Elswit debido a que este tipo de lentes requieren más luz, especialmente en formato anamórfico.
Elswit lleva a cabo un trabajo muy bueno, en el que la variedad de texturas, tonos cromáticos y fuentes de iluminación es constante a lo largo de la película. Ofrece un aspecto natural a través de todas ellas, pero siempre con matices que estilizan, glamourizan o ponen de manifiesto la decadencia de los personajes llegado un punto de la narración. Prácticamente no hay dos escenas fotografiadas de la misma manera y de forma consecutiva, excepto quizá los exteriores nocturnos con potentes HMIs de contraluz, pero bien sea a través de fuentes fluorescentes, lámparas incadescentes integradas en pantalla y rebajadas con dimmers, o incluso en los exteriores diurnos con sol, el aspecto siempre es muy rico y, gracias a los muy adecuados diseños de producción y vestuario, las imágenes son muy coherentes con la época que retratan. Así pues, “Boogie Nights” es un trabajo muy sólido, con una puesta en escena muy inspirada y un aspecto y tratamiento visual muy elaborado, en el que tras el ensayo de “Sydney”, Anderson y Elswit confirmaron que la suya era una relación profesional destinada a proporcionar imágenes de un enorme interés.
Título en España: Boogie Nights
Año de Producción: 1997
Director: Paul Thomas Anderson
Director de Fotografía: Robert Elswit, ASC
Ópticas: C-Series de Panavision & Super PanaZoom Cooke
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2015.