Debut en la dirección del hasta entonces guionista Walter Hill, con la que el que también es co-productor de toda la saga de “Alien” inició una curiosa e interesante carrera como realizador, que le llevaría a ser el artífice de algunos títulos emblemáticos de finales de los 70 y principios de los 80, como “The Warriors”, “48 Hrs” o “Streets of Fire”. En esta ocasión, a tenor de los créditos, parece que Hill se hizo con una historia ajena y reescribió el guión, con un argumento ambientado en la época de la gran depresión y que tiene como protagonista a un hombre de pocas palabras (Charles Bronson) que, a través de un corredor de apuestas (James Coburn), se adentra en el mundo de la lucha para ganar un poco de dinero y salir adelante. No es una gran historia, ni particularmente emocionante, pero el conjunto es una pequeña película sin pretensiones, bien realizada y bien interpretada, con cierta melancolía producida por los personajes (en su mayoría perdedores) que aparecen en pantalla, que se deja ver con interés y agrado. La mujer de Bronson, la británica Jill Ireland, Strother Martin y Margaret Blye completan el reparto. El entonces montador de Sam Peckinpah y futuro realizador Roger Spottiswoode se encargó de las labores de edición.
El director de fotografía fue el veterano Philip Lathrop [ASC], toda una garantía en el rodaje cuando se trataba de arropar al debutante realizador detrás de las cámaras. Hill de hecho reconoce que Lathrop fue un importante hombre en el rodaje, contribuyendo a ofrecerle seguridad en un trabajo que hasta la fecha, aún no había realizado nunca. Posteriormente Lathrop repitió con Hill en su siguiente trabajo, “The Driver”, en la que, desgraciadamente, el estilo “radicalmente” clásico de Lathrop ya no encajaba tan bien como en un film de época como el presente. Lathrop comenzó su carrera como director de fotografía con más de 45 años de edad, a finales de los 50, después de una larga carrera a la sombra de Russell Metty [ASC], del que fue segundo operador durante más de diez años. De su primera etapa ya como director de fotografía destacan sus trabajos para Blake Edwards, como “Breakfast at Tiffany’s”, “The Pink Panther” o “Experiment of Terror”, además del debut de John Boorman en EEUU con “Point Blank” (1967), su colaboración con Coppola en “Finian’s Rainbow” (1968), Sydney Pollack en “They Shoot Horses, Don’t They?” (1969), o su nominación al Oscar a la mejor fotografía en blanco y negro por “The Americanization of Emily” (Arthur Hiller, 1964). Ya en los 70, obtendría otra, quizá exagerada, por su labor en “Earthquake” (Mark Robson, 1974), mientras que en esa década se especializó en películas de catástrofe con tres entregas de la serie “Airport”: “Airport 1975”, “Airport ‘77” y “Airport ’79”. Su estilo, como decíamos, muy clásico, hizo que a finales de los 70 dejase de ser reclamado para el cine, pasándose a la televisión, como les sucedió a otros operadores que nunca se adaptaron a las nuevas tendencias que se asentaron en los EEUU durante esa década.
“Hard Times” destaca también por ser una de las pocas películas de Walter Hill rodada en formato panorámico anamórfico, empleando una relación de aspecto que el director no volvería a usar hasta los años 90. Lathrop no era un director de fotografía que tuviera problemas para rodar en este formato, sino al contrario: su estilo de luz dura conllevaba habitualmente diafragmas cerrados, por lo que para él, rodar a aperturas entre T/4 y T/5.6 era relativamente sencillo incluso en una época en que las emulsiones cinematográficas eran escasamente de 100 ASA. De hecho, aunque el film está rodado principalmente con lentes fijas (que no solo son más luminosas, sino que ofrecen un rendimiento notablemente superior a los zoom anamórficos de la época), Lathrop emplea zooms ocasionalmente incluso en escenas nocturnas, sin que una aparente necesidad de los mismos sea aparente a tenor de las imágenes. Más extraño para Lathrop debió de ser el hecho de que gran parte del film está rodado en localizaciones de Nueva Orleans, en las que el director de fotografía seguro que no tuvo ni las facilidades del estudio ni las infinitas posibilidades que a veces permite un decorado construido específicamente para el film.
A pesar de ello, se trata de una película muy típica de Lathrop: todo el film está rodado con luz muy dura y puntual sobre los actores y el decorado, sin que entre sus pretensiones se encuentre, desde luego, resultar mínimamente natural. Al contrario, es un film de un aspecto tan clásico y entre comillas, “tan cinematográfico”, que parece orgulloso de ese estilo de fotografía de estudio Hollywoodense, por más que la misma estuviera casi ya entrando en desuso en esta época. Lathrop, para iluminar el film, emplea múltiples fuentes puntuales de forma constante; no son aparatos de gran intensidad (excepto alguna luz de arco para los exteriores nocturnos, con fondos azulados), pero por lo general, son pequeñas unidades que focalizan sus haces de luz sobre determinados puntos del decorado, resaltando diversos aspectos y creando buena profundidad y contraste. Aunque en algunas escenas emplea (por ejemplo) luces cenitales integradas en el decorado, e incluso algo de humo, se trata de un film en el que las fuentes de luz presentes apenas son algo más que atrezzo. Pero lo bueno es que Lathrop no utiliza mucho relleno en los interiores, de modo que hay cierto tono “low-key” a pesar de sus haces de luz dura, aunque en todos los exteriores se empeña en rellenar siempre a los personajes. Curiosamente, Lathrop es tan clásico que ni siquiera usa difusión, aunque hay un par de escenas exteriores aisladas en las que sí que se usaron filtros tipo “low-contrast”.
Los resultados, por lo tanto, aunque encorsetados, son bastante agradables, porque la fotografía de Philip Lathrop, aun siendo muy anticuada incluso prácticamente en la época en que fue realizado el film, encaja bastante bien con el material de época que ilustra (de ahí que por ejemplo en la posterior “The Driver”, un film urbano contemporáneo, ese mismo estilo no encaje tan bien ni mucho menos). De hecho, estéticamente, el trabajo de Lathrop enlaza directamente a Walter Hill con el cine de Sam Peckinpah (Hill fue guionista de «The Getaway») del que sin duda tomó más de un elemento, ya que además de usar a su montador, el propio Lathrop fue el autor de la fotografía del film que estrenó Peckinpah ese mismo 1975, la mediocre “The Killer Elite”.
Título en España: El Luchador
Año de Producción: 1975
Director: Walter Hill
Director de Fotografía: Philip Lathrop, ASC
Ópticas: C-Series & Super Panazoom Cooke
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Vista en Blu-ray