Segunda adaptación cinematográfica de la obra de Jack Finney (tras el clásico de 1956 dirigido por Don Siegel e interpretado por Kevin McCarthy; ambos tienen sendos cameos en este film), cuyo argumento gira en torno a una invasión alienígena en la que los seres humanos son reemplazados por copias idénticas en lo físico, pero carentes por completo de emociones. Ambientada en San Francisco e interpretada por Donald Sutherland, Brooke Adams, Jeff Goldblum, Veronica Cartwright y Leonard Nimoy, lo que más destaca de la propuesta es la inteligente y atmosférica puesta en escena de Philip Kaufman, que entronca directamente con el cine de conspiración y paranoia tan habitual en EEUU después del escándalo Watergate, en la que cada actor en pantalla es casi constantemente sospechoso de ser un doble de sí mismo.
El director de fotografía fue Michael Chapman [ASC], uno de los operadores más prominentes del cine norteamericano de la época, en la segunda de sus cuatro colaboraciones para el realizador. Chapman había sido, ni más ni menos, operador de cámara de Gordon Willis [ASC] en los primeros trabajos cinematográficos de éste, incluyendo “The Godfather”, pero además, había iniciado una meteórica carrera con trabajos para realizadores como Hal Ashby (“The Last Detail”, 1973), Martin Ritt (“The Front”, 1975) o especialmente Martin Scorsese, para quien acababa de filmar su emblemática “Taxi Driver” en 1976 (Chapman también sería el operador de otro de los títulos clave de la filmografía del italoamericano, “Raging Bull” en 1980). Aunque su carrera decayó en los años 80 –en parte, por su dedicación a la dirección, que le llevó a dejar de lado su ocupación originaria- y nunca volvió a alcanzar el interés de su primera etapa, salvo en casos como el de “The Fugitive” (1993), lo cierto es que sus primeros trabajos hacen que siga siendo recordado como un notable operador, también muy hábil cuando él mismo manejaba la cámara, función que realizó memorablemente en “Jaws” (1975) para Steven Spielberg y su director de fotografía Bill Butler [ASC], película para la cual aceptó un puesto inferior al de operador jefe en una etapa en la que pasaba dificultades económicas.
La imagen de “Invasion of the Body Snatchers” es muy característica de la época en que el film fue rodado, e incluso, también, del estilo de Chapman, más intuitivo que técnico. La película destaca, como habíamos indicado, por la garra de la puesta en escena de Philip Kaufman, a menudo a través de numerosas tomas móviles, planos torcidos, zooms, ángulos sugerentes e ingeniosos y numerosos montajes en los que los personajes secundarios miran de reojo directamente a cámara mientras ésta se mueve entre las calles o localizaciones escogidas por los cineastas. Para todas estas escenas, y especialmente para las nocturnas, Kaufman y Chapman obtuvieron un excelente partido de las pequeñas cámaras Arri (como la 2c) y las entonces novedosas ópticas Zeiss High Speed (o «B Speeds», la serie anterior a los 1.3 Superspeed), con aperturas de diafragma máximas de T/1.4 y su característico iris triangular, que permitían rodar en las calles de San Francisco –o en coches transitando por ellas, a lo “Taxi Driver”- sin apenas emplear iluminación cinematográfica. No obstante, también hay que destacar que gran parte de la película está rodada utilizando lentes zoom (alguno de los disponibles en aquélla época, como el Cooke 20-100mm, T/3.1) tanto como focal variable, como para realizar algunos impactantes cambios de focal en mitad de las tomas, aunque ello requiriera a Chapman emplear niveles de luz sensiblemente superiores a los que le permitía el juego de lentes fijas.
Las escenas diurnas están rodadas de forma bastante directa, con un estilo claramente realista, muchas veces prescindiendo de toda iluminación artificial o intentando imitiar los efectos de la luz natural. Por ello, el sello de distinción de la película son sus escenas nocturnas, uno de los más claros ejemplos de iluminación “film-noir” en color: en un gran número de escenas, Chapman utiliza enormes contrastes de luz en clave baja, con luces duras incidiendo sobre los actores o alguna parte del decorado, proyectando sombras sobre las paredes y los fondos, etc. sin que en ningún momento, como buen discípulo de Willis, parezca sentir miedo ante los fuertes niveles de subexposición y el revelado forzado de la emulsión (puede que hasta dos pasos), que hace que con mucha frecuencia la densidad de los negros sea escasa y aparezca una muy aparente capa de grano en la imagen, de ahí que digamos que Chapman parece más interesado en los resultados artísticos que en obtener una imagen técnicamente perfecta.
El conjunto está realmente conseguido, sobre todo a nivel de su atmósfera, la cual tiene un aire realmente paranoico hasta la segunda mitad de la película, cuando la acción ya desencadena en un film de terror algo más convencional, aunque la forma en que el film está iluminado por Chapman, con sus bajos niveles de luz y elevadísimo nivel de oscuridad, es siempre original y sugerente, con sus problemas técnicos incluidos, que no dejan de darle un aspecto más cercano y orgánico, aunque seguramente ésa no fuera la intención original ni justifique los mismos.
Título en España: La Invasión de los Ultracuerpos
Año de Producción: 1978
Director: Philip Kaufman
Director de Fotografía: Michael Chapman, ASC
Ópticas: Zeiss “B” Speeds T/1.4
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico (1.85:1)
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2013.