Cooke Xtal Express
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Recreación de la historia real de la creación del Proyecto Manhattan y de la construcción de las dos primeras bombas nucleares, las cuales fueron lanzadas sobre Japón en los estertores de la Segunda Guerra Mundial. La historia sigue al General Groves (Paul Newman) y al científico J. Robert Oppenheimer (Dwight Schultz), el cual lideró a un grupo de científicos aislados durante dieciocho meses en Los Álamos (Nuevo México), que son los que consiguieron el desarrollo tecnológico nuclear con fines armamentísticos. Sin embargo, en manos del director británico Roland Joffé, que acumulaba mucha fama tras sus éxitos consecutivos con “The Killing Fields” (1984) y “The Mission” (1986), “Fat Man and Little Boy” fue un relativo fracaso que además tuvo que cambiar su título originales por el de “Shadow Makers” para tratar de recuperar la inversión. Ello se debe a que lo que aquí se cuenta es muy interesante, pero muy poco dramático, con muchos personajes que, a excepción del interpretado por Paul Newman, entran y salen de la narración muy desdibujados, sin que los intentos de los cineastas por crear suspense tengan excesivos frutos. John Cusack, Laura Dern, Natasha Richardson y Bonnie Bedelia completan el reparto de un film que también tuvo a un equipo de primera tras las cámaras, como la montadora Françoise Bonnot o el músico Ennio Morricone.

Debut en la dirección del británico Alex Garland, guionista habitual del cine de Danny Boyle (con títulos como “The Beach” y “Sunshine”) que propone una historia muy interesante: Nathan, un millonario recluso (Oscar Isaac) dueño de una compañía de tecnología, ofrece entre sus empleados participar en una prueba para conocer y poder evaluar las cualidades humanas de Ava (Alicia Vikander), un humanoide con inteligencia artificial. El seleccionado es Caleb (Domhnall Gleeson), el cual viaja hasta la futurista casa de Nathan para participar en el experimiento. Se trata de una película sencilla y modesta en cuanto a medios (15 millones de dólares de presupuesto) pero muy inteligente en su planteamiento y resolución técnica (fue nominada al Oscar al mejor guión y obtuvo el de mejores efectos visuales imponiéndose, por ejemplo, a “Star Wars: The Force Awakens”), que alerta de las posibilidades y peligros que acechan a la humanidad en la nueva y muy cercana era de la inteligencia artificial, en la misma línea que películas como “2001: A Space Odyssey” (Stanley Kubrick, 1968), “Blade Runner” (Ridley Scott, 1982) o incluso la más reciente “Her” (Spike Jonze, 2013).

Producción de Menahem Golam y Yoram Globus (Cannon Films), los famosos especialistas en serie B y películas de acción de los años 80, que contó con un presupuesto muy superior al que normalmente manejaban en las mismas. El estrafalario argumento gira en torno a una nave espacial que encuentra unos extraños cuerpos en el espacio y posteriormente sufre un accidente, lo que hace que la tripulación fallezca y los seres lleguen a La Tierra, en donde convierten en vampiros-zombie a los terráqueos. “Lifeforce” fue un fracaso de taquilla y contó con diferentes versiones en EEUU y en Europa, probablemente debido en parte a que uno de los extraterrestres es interpretado por Mathilda May sin ningún tipo de ropa. Steve Railsback, Peter Firth, Frank Finlay o Patrick Stewart son algunos de los populares rostros del reparto, mientras que la dirección recayó en Tobe Hooper (“The Texas Chainshaw Massacre”, “Poltergeist”). El resultado es muy pobre, pero tan entretenido como especialmente friki, alcanzando niveles sorprendentes teniendo en cuenta el número de talentos tras las cámaras (John Graysmark en los diseños, John Dykstra en los efectos visuales, o Henri Mancini con la música) o el elevado coste de la producción, que incluye elaborados efectos de maquillaje.

Producción de Steven Spielberg, quien además co-escribió el guión con el dúo formado por Michael Grais y Mark Victor (uno de los tres créditos como guionista del cineasta judío, junto a "Close Encounters" y "A.I."), sobre una familia formada por los padres, un niño y dos hijas, que habitan en un suburbio residencial y en cuya casa comienzan a percibir extraños sucesos paranormales, que primero parecen simpáticos, pero culminan con la dramática desaparición de la hija pequeña. Mucho se ha escrito y especulado acerca de la labor efectuada por Spielberg en ese film, firmado por Tobe Hooper ("Texas Chainshaw Massacre"), pero cuyo casting, storyboard, montaje, banda sonora (Jerry Goldsmith) y hasta supervisión de efectos visuales (ILM), recayó en manos de su guionista-productor. El resultado es un film casi notable, muy bien realizado e interpretado, que no ofrece mucha tensión ni muchos sustos, pero siempre resulta muy atmosférico (por ejemplo esas inolvidables secuencias con el árbol o el payaso) y proporciona un enorme espectáculo audiovisual.

Lujosa producción de David Puttnam (“Midnight Express”, “Chariots of Fire”), escrita por Robert Bolt (“Doctor Zhivago”, “A Man For All Seasons”) y con la que el equipo de “The Killing Fields” (1984) volvió a obtener un notable éxito que incluyó premios en Cannes y muchas más menciones en los premios de su temporada. La historia, ambientada en 1750, gira en torno al conflicto entre españoles y portugueses por el control del territorio de las misiones en sudamérica, en la frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay y tiene como protagonistas a dos hombres; uno de ellos, el religioso jesuita que dirige una de estas misiones (Jeremy Irons) y otro, un antiguo esclavista (Robert De Niro) que trata de redimir sus pecados uniéndose a la Compañía de Jesús. Los resultados son muy desiguales y, de hecho, el aspecto que más ha perdurado de la película es la banda sonora de Ennio Morricone; ello se debe a que la película parece evidenciar recortes en el montaje o en el propio guión de Robert Bolt, de manera que la versión final se centra demasiado en un conflicto político que resulta mucho menos interesante que las relaciones y evoluciones de los personajes, de manera que la parte central del relato, centrada en este aspecto, pierde muchos enteros con respecto al primer tercio o el poderoso final.

Adaptación de una novela de Mario Puzo, el autor de “The Godfather”, sobre la vida de Salvatore Giuliano, un bandolero italiano que, durante la década de 1940, se ganó la fama de ser una especie de Robin Hood que robaba a los ricos para entregarles dinero y comida a los pobres, hasta que, después de enfrentarse a la mafia, la aristocracia local y hasta a la iglesia, fue traicionado y asesinado. Michael Cimino, después de su buen hacer en “The Year of the Dragon”(1985) –que, no obstante, se saldó con un nuevo fracaso comercial en su carrera, después de “Heaven’s Gate” (1980)- logró de nuevo reunir al equipo técnico de su anterior película y un casting encabezado por Christopher Lambert, Terence Stamp, Joss Ackland y John Turturro, pero no puede hacer nada ante la nula capacidad interpretativa del protagonista de “Highlander” en el rol principal, ni tampoco con la falta de emotividad de una historia que, en la gran pantalla, es demasiado confusa e inconexa.

Enésima adaptación de la novela de Charles Dickens, en esta ocasión producida por la cadena británica BBC, que tiene como protagonista a un joven huérfano, aprendiz de herrero, que muchos años después de ayudar a un fugitivo de la justicia, recibe una misteriosa dote para que pueda viajar a Londres y vivir y ser educado como un caballero, lo que le permitirá seguir luchando por el amor de Estella, una chica que conoció en su joventud y que nunca ha conseguido olvidar. Con Jeremy Irvine, Helena Bonham-Carter, Ralph Fiennes en los papeles principales, esta nueva versión es una adaptación cuyo texto es muy parecido al de la dirigida por David Lean en 1946, con valores de producción muy elevados, pero se echa mucho en falta pasión, química y emoción interpretativa en los papeles principales y una dirección mucho más ágil e inspirada que el correcto academicismo que es capaz de ofrecer Mike Newell en el mejor de los casos.

Cierre de la trilogía original de “Star Wars”, que retoma la acción justo tras los acontecimientos de “The Empire Strikes Back”: tras rescatar a Han Solo (Harrison Ford) de las garras de Jabba, Luke Skywalker (Mark Hamill) debe enfrentarse definitivamente a Darth Vader (James Earl Jones), mientras que su amigo, junto con la Princesa Leia (Carrie Fisher) y un grupo de pequeños seres peludos (los Ewoks), tratan de desconectar en la luna de Endor el escudo protector que posibilitaría la destrucción de la nueva Estrella de la Muerte. Tras el desfase presupuestario de “The Empire Strikes Back”, cuyo tono oscuro también hizo de ella una cinta menos comercial que su antecesora, George Lucas buscó un nuevo productor y se implicó mucho más –tanto en rodaje como en la escritura, alcanzando el crédito de guionista junto a Lawrence Kasdan- en una producción que, desgraciadamente, vuelve a apostar por el tono ligero de la primera película, descartando la oscuriedad e intensidad dramática de la segunda, aunque sin la frescura de ninguna de sus predecesoras. De este modo “ Return of the Jedi” no sólo es el capítulo más pobre de la trilogía original, sino que incluso fomenta la sospecha de que, en este punto de su carrera, Lucas ya estaba mucho más interesado en el merchandising generado por sus películas que en la calidad de las mismas.

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