Zeiss High Speed 1.4
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Adaptación cinematográfica de la novela de Lothar G. Bucheim, originalmente ideada para convertirse en una carísima miniserie de cinco horas de duración para la televisión alemana, con la que el cineasta Wolfgang Petersen, también autor de la adaptación, consiguió un gigantesco éxito que se saldó con seis nominaciones al Oscar (director, guión adaptador, fotografía, montaje, sonido, efectos de sonido) y el aplauso unánime de la crítica. Estrenada originalmente en un montaje de 145 minutos de duración, Petersen llevó a cabo un montaje del director en 1997 que amplió el film hasta los 210 minutos, que es la versión que tradicionalmente se ha visto desde entonces y a la que hace referencia esta reseña. La historia está ambientada en plena Segunda Mundial, dentro de un submarino alemán que es destinado surcar las costas de Inglaterra para intentar -junto con otros submarinos- atacar los suministros de los británicos. Pero la misión, según se desarrolla dentro del submarino, no tiene absolutamente nada ni de gloriosa ni de heroica, de modo que el film, además de narrar la claustrofobia o el aburrimiento de los marineros, cuenta más bien sus duras condiciones de vida y las dificiles condiciones de supervivencia dentro del submarino una vez comienzan los enfrentamientos bélicos. El retrato pesimista y antibélico es muy poderoso y, además, está aderezado por una notabilísima técnica, que hace que sin ningún género de dudas "Das Boot" sea el mejor film de su director, el que le valió además su pasaporte al cine norteamericano junto a "The NeverEnding Story" (1984). Jürgen Prochnow, Herbert Grönemayer y Klaus Wennemann lideran el reparto de una película en la que también destaca la banda sonora de Klaus Doldinger.

Uno de los varios títulos con los que, a comienzos de la década de los 80, el mundo del cine se centró en las labores periodísticas (“The Year of Living Dangerously” y “The Killing Fields”, e incluso la posterior “Salvador”, comparten dicha premisa). En esta ocasión la acción se sitúa en 1979 en Nicaragua, país gobernado por un dictador ante el cual se alzan tropas rebeldes que pretenden derrocar su régimen. Allí acuden, en búsqueda de la noticia, entre otros, tres periodistas norteamericanos (Nick Nolte, Joanna Cassidy y Gene Hackman), así como varios personajes que podrían pertenecer a la CIA (Ed Harris, Richard Masur). Cuando el régimen nicaragüense afirma haber matado a Rafael, el líder revolucionario, los periodistas acuden a la región en que supuestamente se encuentra a fin de tratar de desmentir a la prensa oficial. “Under Fire” probablemente sea la mejor película de su director, Roger Spottiswoode, antiguo montador de Sam Peckinpah, quien se beneficia de las estupendas localizaaciones, de un buen guión co-escrito por Ron Shelton y obtiene buenas interpretaciones de su reparto, aunque el tono de denuncia quizá sea algo ligero como para ser tenido demasiado en cuenta. Jerry Goldsmith también fue autor de la banda sonora, en uno de sus trabajos más celebrados.

Aterradora adaptación cinematográfica de una novela de Tim Krabbé, llevada a la pantalla tanto por el propio escritor como por el director George Sluizer. El argumento gira en torno a la desaparición de Saskia, una joven holandesa (Johanna Ter Steege) que se encontraba viajando por Francia junto a su novio (Gene Bervoets). La desaparición causa en éste un profundo trauma e incluso, pasados los años, le persigue y obsesiona, hasta el punto que le impide mantener una vida y relaciones normales. Por ello, fantasea con la idea de conocer al secuestrador de Saskia (Bernard-Pierre Donnadieu), aunque simplemente sea para saber qué es lo que sucedió aquél trágico día. Narrada de una forma no del todo convencional, a través de una estructura de flashbacks, “Spoorloos” es el retrato de una obsesión, una obsesión doble, que atormenta a los dos personajes masculinos del film, con consecuencias que es mejor desconocer totalmente a la hora de afrontar el visionado. El propio George Sluizer, que asegura que Stanley Kubrick fue un gran admirador de su película, llevó a cabo el remake americano de su propia obra, parece ser que con resultados netamente inferiores, incluso a pesar de contar con la presencia de Kiefer Sutherland y Jeff Bridges en los papeles principales y un equipo técnico de primera categoría.

Debut cinematográfico de los hermanos Joel & Ethan Coen, quienes desde entonces se han convertido en unos de los cineastas más importantes e influyentes del séptimo arte. La historia, ambientada en Texas, es puro cine negro, con algunas pinceladas de comedia también negra, de manera que ya desde esta irrupción en el cine los hermanos muestran gran parte de sus posteriores credenciales. Una pareja de amantes (John Getz y Frances McDormand) van a ser asesinados por un detective privado (M. Emmet Walsh) contratado por el marido de la mujer (Dan Hedaya), pero una serie de confusiones y complicaciones acaban desatando más violencia y más crímenes. Con un estilo visual muy sólido, los hermanos filman una película que, de todos modos, quizá funciona mejor por algunas de sus inolvidables escenas (como la del enterramiento, o la de la mano en la ventana) que como conjunto, por ser quizá su argumento y desarrollo demasiado enrevesado para resultar totalmente creíble, aunque no es descartable que ello importase más bien poco a los hermanos.

Adaptación cinematográfica de la novela de Günther Grass, escrita para la pantalla por Jean-Claude Carrière, Franz Seitz y el propio director de la película, Volker Schlöndorff y que narra la historia ficticia de Oskar (David Bennent), un niño nacido en Danzig (Alemania) en 1924 y que sufre una serie de vicisitudes en su vida, entre las que destacan el accidente que sufre al cumplir tres años de edad, que le impide crecer, así como la llegada al poder de los nazis en 1939, con los consiguientes problemas que ello conlleva. Y Oskar nunca se separa de su tambor de hojalata y posee una reacción muy particular ante todos los que intentan quitárselo: un grito tan agudo que es capaz de hacer que todos los cristales cercanos se rompan. Ganadora junto con “Apocalypse Now” del Festival de Cannes de 1979, así como del Oscar a la mejor película extranjera de aquél año, “The Tin Drum” es un excelente retrato de la Alemania de la época y de sus habitantes, todo ello sin renunciar a unas serias dosis de “realismo mágico” ni a situaciones de iniciación sexual que seguramente a día de hoy serían imposibles de filmar.

Típica producción de Don Simpson y Jerry Bruckheimer, que de alguna manera, viene a trasladar el argumento de películas como “Rocky” (1976) al mundo de la danza: una joven (Jennifer Beals) trabaja durante el día en una fábrica como soldadora y por la noche baila en un club nocturno. Su sueño es convertirse en una bailarina profesional y acudir a una prestigiosa escuela de danza. Mientras tanto, inicia una relación con el dueño de la fábrica (Michael Nouri). El guión de “Flashdance” fue co-escrito por Joe Eszterhas (“Basic Instinct”) pero carece de cualquier tipo de progresión dramática, no siendo más que una mera excusa para proporcionar una increíble sucesión de números de baile o de danza que, de manera independiente, parecen videos musicales o incluso anuncios publicitarios, campo en el que el realizador británico Adrian Lyne, futuro director de “Nine and a Half Weeks” o “Fatal Attraction”, su mejor trabajo, era un consumado experto. Los resultados a nivel narrativo son, por lo tanto, más bien ínfimos, aunque algunas de las canciones o la banda sonora de Giorgio Moroder, puede que justifiquen el visionado de una película que anticipó el estilo de obras posteriores como “Top Gun” (Tony Scott, 1986) justo en la época en que se consolidó la MTV.

Extraña película del director de “Dead & Buried” (1981), que comparte con aquélla su fascinante irregularidad. Supuestamente basada en los procedimientos policiales de la época y en sucesos más o menos reales que tenían lugar en los bajos fondos de Hollywood y Sunset Blvd. (Los...

Segunda adaptación consecutiva de una novela de S.E. Hinton por parte de Francis Ford Coppola que, como la anterior “The Outsiders”, también fue ambientada en la ciudad de Oklahoma. El joven Rusty James (Matt Dillon) aspira a ser un temido líder pandillero como lo fue su hermano, conocido como El Chico de la Moto (Mickey Rourke), quien ha desaparecido y nadie sabe dónde se encuentra. Entre tanto, Rusty se pelea con miembros de otros grupos juveniles y pasa algún tiempo con una joven (Diane Lane) con la que mantiene una relación. Pero la vuelta de su hermano lo cambia todo, y Rusty decide seguirle a todas partes para aprender de él, pero éste ya solo desea llevar una vida tranquila y alejada de la pandillas que lo consideraban como un héroe. Se trata de una película casi de corte experimental por parte del realizador de “The Godfather” y “Apocalypse Now”, que mezcla una estética de cine negro (y en blanco y negro) con música del batería del grupo The Police, Stewart Copeland, así como una predominancia de momentos oníricos por encima de una narrativa convencional. Sonoro fracaso en el momento de su estreno, hoy en día es un film de culto, aunque sus resultados continúen siendo cuestionables. Vincent Spano, Nicolas Cage y Dennis Hopper completan el reparto.

Adaptación de una novela del también guionista Richard Price (“The Color of Money”), ambientada en la década de 1960, que tiene como protagonistas a los miembros de una banda callejera (cuyo nombre da título a la película en su versión original) y que sigue sus andanzas frente a otras bandas de su zona (el alto Manhattan), tratando por el camino también algunos de los problemas raciales de la época, la muerte de Kennedy o la incursión de los EEUU en la Guerra de Vietnam, ya que gran parte de los jóvenes que vemos en pantalla terminaron combatiendo en el sudeste asiático. Los resultados son algo descafeinados y, aunque la apuesta del director y co-guionista Philip Kaufman es más por tejer un film generacional que uno de acción (al estilo de Walter Hill en la superior “The Warriors”), lo cierto es que la película funciona mejor como descripción de una época que por sus propios protagonistas y acciones que vemos en pantalla.

Adaptación de la novela de Patricia Highsmith “Ripley’s Game”, rodada en localizaciones en Hamburgo, París y Nueva York por el cineasta alemán Wim Wenders, que también adaptó el mismo el guión. La trama tiene como protagonista central a un hombre (Bruno Ganz) que tiene una tienda de enmarcar cuadros y que sufre una grave enfermedad sanguínea, circunstancia que es aprovechada por un traficante de arte llamado Tom Ripley (Dennis Hopper) y Raoul Minot (Gérard Blain), un conocido suyo, para ofrecerle cometer dos asesinatos por encargo a fin de asegurar la supervivencia de su esposa (Lisa Kreuzer) y de su hijo una vez se haya producido su fallecimiento. El film funciona por la extraordinaria composición del personaje central a cargo de Bruno Ganz y por algunas secuencias aisladas que resumen muy bien la esencia del thriller internacional de los 70, ya que su guión es algo errático y exige demasiada suspensión de la credibilidad en el espectador, lo que no impide que “Der Amerikanische Freund” sea uno de los títulos más prestigiosos y conocidos del realizador de “Paris, Texas”.

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