Segunda adaptación cinematográfica del relato de John W. Campbell, Jr. -ya llevado al cine en 1951 en la película “The Thing From Another World” (Christian Nyby, 1951)- acerca de un grupo de investigadores aislados en el polo sur que se encuentran con un ser de procedencia extraterrestre capaz de mutar y adaptarse a otras formas de vida. “The Thing” fue una producción de alto presupuesto de la Universal, la cual intentaba obtener un nuevo éxito en un género puesto de moda tras “Alien” (1979). Sin embargo, la película de John Carpenter, aún teniendo ciertas similitudes temáticas con la de Ridley Scott, apuesta decididamente en todos los aspectos por una estética mundana y cercana al espectador, en contraposición al mundo distante y futurista recreado por el director británico, con una labor extraordinariamente sobria del realizador, en uno de sus mejores trabajos, con un estupendo Kurt Russell al frente de un sólido reparto exclusivamente masculino que incluye a Keith David, Richard Dysart, Wilford Brimley, Donald Moffat o Charles Hallahan.
En la dirección de fotografía contó una vez más con Dean Cundey [ASC] -en el cuarto de sus cinco trabajos conjuntos-, y el futuro colaborador de Robert Zemeckis y Steven Spielberg ejecuta un trabajo que, teniendo en cuenta que «The Thing» fue el proyecto más caro abordado por Carpenter hasta aquél momento, es de un perfil sorprendentemente bajo, pues propone una fotografía muy realista y, en cierto modo, algo apagada, en contraposición por ejemplo al esteticismo del film de Scott. De todas formas, la carrera de Cundey es algo curiosa, porque es un operador con la extraña virtud de haber despuntado más en un cine de bajo presupuesto, al que fue capaz de aportar soluciones técnicas de gran habilidad (como por ejemplo, sus rodajes en anamórfico en exteriores nocturnos en “Halloween”, “Halloween II” o “Escape From New York”) que cuando gozó de presupuestos mucho más holgados (trilogía “Back To The Future”) o prácticamente ilimitados (“Hook”, “Jurassic Park”), puesto que en este tipo de producciones no asumía los riesgos de su época de juventud y proyectos de bajo coste, de modo que se volvió un tipo muy poco interesante. Aún así, como buen técnico, siempre mostró su pericia a la hora de integrar efectos visuales en sus imágenes reales (además de las citadas, también destacarían en este aspecto obras como “Who Framed Roger Rabbit?” o “Apollo 13”).
En el caso de “The Thing”, más allá de algunas tomas exteriores que abren la película, el grueso de la misma transcurre en los interiores de la base científica, en la que Cundey, por lo general, establece algunas fuentes de luz integradas en los decorados y, casi siempre, deja que los actores se muevan por los mismos, creando un aspecto que, generalmente, es muy directo, a pesar que en algunas ocasiones Cundey sí que recurre a luces puntuales y directas sobre los actores para hacer llegar su luz hasta ellos, lo cual no impide que en más de una ocasión los personajes no sean más que meras siluetas en el encuadre, cuando se encuentran en una zona de penumbra entre dos puntos de luz. En cualquier caso, a pesar que su trabajo siempre es muy sobrio, cuando Cundey se lanza a realizar un trabajo verdaderamente arriesgado es en la recta final, cuando los fuegos y antorchas presentes en pantalla -que crean notables destellos, por cierto- simulan ser la procedencia de la luz y la oscuridad se apodera de los actores y el decorado, de forma que la atmósfera y el interés aumentan significativamente.
Además de algunas mezclas de colores bastante logradas –especialmente cuando aparecen simultáneamente rostros iluminados por llamas y fondos azules que simulan la noche de la Antártida- lo mejor de la fotografía son las clásicas y cuidadas composiciones del director, aprovechando todo el ancho de la pantalla en planos estáticos, siempre situando a los actores a la perfección, o bien mediante cuidados movimientos de cámara, llegando a utilizar lentes de aproximación partidas para mantener enfocadas acciones en primer y segundo término en una misma toma, dada la escasa profundidad de campo fruto del rodaje con objetivos anamórficos a máxima apertura, o incluso recurriendo, quizá, a la serie High-Speed de Panavision para algunos exteriores con niveles de luz ínfimos, en una época anterior a la aparición de las primeras emulsiones de alta sensibilidad.
Debido a la búsqueda de ese aspecto mundano, a pesar de algunas localizaciones muy vistosas en Alaska y la Columbia británica, en grueso del film está rodado en convincentes interiores de estudio (diseñador por John J. Lloyd) que recrean la base de investigación, en los que Carpenter ejecuta su tradicional y económica puesta en escena con su sabio manejo del formato, focales tendentes al angular (40 y 50mm) para captar tomas muy amplias y puntuales travellings de Steadicam, confiando en los efectos visuales de Albert Whitlock y en el sensacional maquillaje de Rob Bottin para impresionar al espectador.
Por consiguiente, “The Thing” cuenta con una fotografía muy solvente, pero sin grandes estridencias ni pretensiones, como lo son otros trabajos de Dean Cundey para John Carpenter como “Halloween”, “The Fog” o “Escape From New York”, cuya artesanía en el conjunto de diseño, iluminación, efectos visuales y su sobria puesta en escena hacen que, muchos años después de su estreno, la película se mantenga en un buen nivel técnico y completamente vigente en cuanto a su historia, tan ambigua y aterradora como siempre.
Título en España: La Cosa
Año de Producción: 1982
Director: John Carpenter
Director de Fotografía: Dean Cundey, ASC
Emulsión: Kodak 5247 (125T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2013.