2014 junio
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Producción de corte clásico escrita y dirigida por John Milius, futuro director de “Conan the Barbarian, basada vagamente en un hecho real acaecido en 1904 y que en la versión cinematográfica, trata sobre una mujer norteamericana (Candice Bergen) y sus dos hijos, que son secuestrados en Tánger por una tribu de bereberes liderada por El Raisuli (Sean Connery), quién pretende realizar una serie de exigencias a los EEUU para liberarlos. El Presidente Roosevelt (Brian Keith), deberá entonces tomar la determinación de ceder ante los secuestradores, o bien llevar a cabo una actuación militar en Marruecos. El tono amable y épico de la propuesta –no exenta de un mensaje típico de su autor- contrasta con la brutalidad de “Conan”, aunque ambos films, los mejores de Milius detrás de las cámaras, comparten un brillante tono elegíaco, estupendas composiciones musicales (en este caso, a cargo de Jerry Goldsmith), notables escenas de acción y espectaculares localizaciones en España. Lo peor, sin lugar a dudas, son las interpretaciones: Connery cuenta con su habitual carisma, pero no tiene progresión alguna, mientras que Bergen es una actriz muy limitada carente de recursos dramáticos. John Huston, que en aquélla época rodaba con Connery “The Man Who Would be King” (1975), Geoffrey Lewis, Aldo Sambrell o Steven Kanaly son algunos de los secundarios del film.

Homenaje al cine y los viejos seriales de aventuras de los años 30 y 40, producido por George Lucas, escrito por Lawrence Kasdan y dirigido por Steven Spielberg, con Harrison Ford en el papel de Indiana Jones, un arqueólogo norteamericano que, en 1936, debe encontrar el Arca de la Alianza, en el que se supone que se encuentran los Diez Mandamientos, antes que los nazis se le adelanten y con ello consigan obtener el gran poder que encierra el Arca. Tomando también muchos elementos básicos de la serie Bond –parece ser que dirigir una de estas películas era un sueño de juventud de Spielberg-, el realizador de “Jaws” consiguió uno de sus títulos más emblemáticos, del que hasta la fecha ha dirigido tres secuelas, gracias al encanto de sus localizaciones, del personaje principal, de la música de John Williams y, sobre todo, al clasicismo de la propuesta, que es una de las cumbres del cine comercial de calidad, apto para todos los públicos y para todos los tiempos. Karen Allen, Paul Freeman, John Rhys-Davies, Delholm Elliott y Alfred Molina, en su debut cinematográfico, completan el reparto de la película.

Adaptación de una novela de James M. Cain (“The Postman Always Ring Twice”) a cargo del propio realizador Billy Wilder y Raymond Chandler, cuya relación personal al parecer fue muy fallida. El film sigue a un agente de seguros de Los Ángeles (Fred MacMurray) que en una visita rutinaria a un cliente, conoce a la esposa de éste (Barbara Stanwyck). Ésta rápidamente se deja querer y, tras seducirle, le propone un plan para asegurar a su marido y a continuación, asesinarlo y engañar al seguro, incluyendo al suspicaz compañero del vendedor (Edward G. Robinson). Obra maestra del séptimo arte y llena de suspense (atención al momento en que los tres personajes principales se juntan inesperadamente en el apartamento del protagonista), con “Double Indemnity” Wilder da una auténtica lección del cine y junto a un gran elenco de actores y una escritura modélica nos recuerda una cosa muy importante: normalmente menos es más, por la sencillez que rodea a la ejecución del film.

Thriller escrito por los reputados guionistas Aaron Sorkin y Scott Frank, que sin embargo tiene en su guión su principal lastre, con una subtrama absolutamente secundaria que se presenta como principal y se abandona a mitad de la película. La trama propiamente dicha gira en torno a una pareja (Bill Pullman y Nicole Kidman) que ha comprado una casa grande con el objetivo de llenarla de niños, hasta que en su vida aparece un doctor (Alec Baldwin), antiguo compañero de estudios del marido. La deriva argumental no echa por tierra la totalidad de la película que, aún con escepticismo, puede verse como un thriller de ecos Hitchcockianos y notables valores de producción, aunque los resultados globales sean fallidos.

Frustrado proyecto de continuación de la serie “The French Connection” que, ante la negativa de Gene Hackman de retomar su papel de Popeye Doyle, fue transformado en un vehículo al servicio de Sylvester Stallone, en el que interpreta a un policía de Nueva York que debe buscar y atrapar a un peligroso terrorista procedente de Europa (Rutger Hauer, en su debut en el cine norteamericano). Lastrada por algunos problemas de producción –el director original Gary Nelson dejó el rodaje- y por el acondicionamiento de la historia para Stallone, no obstante la película es una de las más aceptables de la filmografía del actor italoamericano, aunque el eslogan publicitario que apuntaba a un cruce entre “Serpico” (Sidney Lumet, 1973) y “The Day of the Jackal” (Fred Zinemmann, 1973) se le queda enorme, especialmente con respecto a la segunda.

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