2019 febrero
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Extraña película rodada tres años después del éxito de “Easy Rider” (Dennis Hopper, 1969) que vendría a ser una especie de versión opuesta: el argumento gira en torno a un personaje principal llamado John Wintergreen, un policía de carretera (Robert Blake) que investiga un posible asesinato ocurrido en áreas rurales de los estados de Arizona y Utah (EEUU), al tiempo que se nos muestran algunas de sus costumbres y comportamientos. Más un estudio sobre el personaje que un film de investigación, se trata de la única película que firma como realizador el productor musical James William Guercio, quien según Blake –excelente en un papel dificil- era tan inexperto que el film tuvo que ser dirigido por él mismo y por el director de fotografía. Sea como fuere, “Electra Glide in Blue” es una verdadera rareza no exenta de interés y que contiene ratos de buen cine y un excelente acabado visual, además de una secuencia de persecución impactante que fue rodada por la segunda unidad.

Segunda adaptación cinematográfica de una obra de Harry Segall, que tiene como protagonista a Joe Pendleton, un “quarterback” de fútbol americano que, mientras se recupera de una lesión que le ha mantenido fuera de los terrenos de juego durante un tiempo, sufre un accidente durante un entrenamiento y, erróneamente, es dado por fallecido por dos agentes del tránsito desde la Tierra hasta el Cielo (Buck Henry y James Mason). Una vez se dan cuenta de su error, deciden devolver el alma de Pendleton a su cuerpo en la Tierra, pero llegan tarde después de su incineración, por lo que le encuentran acomodo en el cuerpo de un excéntrico millonario cuya esposa y secretario desean asesinar. Se trata de una película simpática (lo mejor de la misma son los enredos alrededor de Beatty interpretando el personaje del millonario) que sin embargo tuvo un éxito exagerado en el momento de su estreno, cosechando un total de nueve candidaturas al Oscar, consiguiendo convertir una de ellas (mejor dirección artística) en premio. Julie Christie, Dyan Cannon, Charles Grodin y Jack Warden también secundan a Beatty.

Discreto intento de Clint Eastwood para intentar recuperar el género de las comedias dramáticas con las que tuvo éxito (compitiendo con Burt Reynolds) a finales de la década de los 70 y principios de los 80, que sitúa al actor como un cazarrecompensas que ha de encontrar y capturar a una mujer (Bernardette Peters) que ha huido con el coche que da título a la película, su hija y el dinero de una peligrosa banda de tarados que viven en un campamento en de montaña en el norte del estado de California. El argumento es lo suficientemente estrambótico como para entender por qué Eastwood se embarcó en una premisa de este tipo, pero lo cierto es que la película carece por completo de gracia y quizá hubiera funcionado mejor como un vehículo serio a su servicio (del estilo de “The Gauntlet”) que en las condiciones en que se realizó. De hecho fue el último de los tres films como realizador del que durante muchísimos años (desde los tiempos de “Coogan’s Bluff” hasta “J. Edgar”) fuera coordinador de especialistas en todas las producciones de Eastwood, aunque como hicieran otros en circunstancias similares, parece que actuó completamente bajo la sombra del actor-director.

Vehículo para el lucimiento total de Arnold Schwarzenegger, uno de los reyes infalibles de la taquilla en aquella época, que sin embargo pinchó ante el público e irónicamente supuso el inicio del declive del actor de origen austríaco como héroe de acción. El guión, co-escrito por el especialista en “buddy movies” Shane Black, tiene como protagonista a un joven muy aficionado al cine y a las películas de acción (el repelente Austin O’Brien) que en uno de sus visionados y con la ayuda de una entrada mágica que le ha dado su amigo el proyeccionista (Robert Prosky), se introduce sin quererlo en mitad del último film de acción del propio Schwarzenegger. A partir de ahí, el interesante planteamiento inicial se agota y el film no es sino una sucesión de todos y cada uno de los clichés del cine de acción de la época, a pesar que el tono autoparódico salva un poco la situación. Algunos actores muy conocidos en cameos (Sharon Stone, Robert Patrick, Jean-Claude Van Damme, Chevy Chase, James Belushi entre otros) y secundarios como Charles Dance, F. Murray Abraham, Tom Noonan o Anthony Quinn tratan de animar la función.

Serie creada por Vince Gilligan para el canal norteamericano AMC, en la cual, a lo largo de un total de cinco temporadas y sesenta y dos capítulos, presenciamos la espiral en la que se adentra su personaje principal, Walter White (Bryan Cranston). Éste, un profesor de química de instituto de mediana edad, descubre que tiene un cáncer de pulmón incurable, por lo que a fin de dejar algo de dinero a su esposa, Skyler (Anna Gunn), que además está embarazada, así como a su hijo adolescente, aquejado de invalidez por parálisis cerebral, se adentra en el peligroso mundo de “cocinar” metanfetamina, con la ayuda de un joven traficante (Aaron Paul), que además había sido su alumno tiempo atrás. Las cosas se complican todavía más porque el cuñado de Walter, Hank (Dean Norris), es un agente de la brigada antidroga de los EEUU (la DEA). “Breaking Bad” es un hito televisivo emitido entre 2008 y 2013, en el que destacan quizá, por encima de todo, las excepcionales intepretaciones de un elenco de actores en estado de gracia, así como unos guiones modélicos que, a medida que avanza la serie, hacen al espectador permanecer enganchado a la televisión mientras el final se aproxima a toda velocidad. Betsy Brandt, RJ Mitte, Bob Odenkirk, Steven Michael Quezada, Jonathan Banks, Mark Margolis o Giancarlo Esposito, entre muchos otros, forman ese excepcional reparto.

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