Adaptación cinematográfica de los libros de Jim Garrison y Jim Marrs relativos a las diferentes teorías alternativas al asesinato de John Fitzgerald Kennedy, Presidente de los EEUU, acaecida en Dallas (Texas) el 22 de noviembre de 1963. Años después de que la comisión Warren determinase que el Presidente falleció por la acción y disparos de un único hombre, Lee Harvey Oswald (Gary Oldman), el fiscal de Nueva Orleans, Jim Garrison (Kevin Costner, interpretando a Eliot Ness) inicia una investigación sobre el asesinato al encontrarse con algunas evidencias y testimonios que podrían indicar un complot mucho más amplio, que podría implicar desde a grupos anticastristas hasta agencias gubernamentales implicando incluso hasta al que fuera sucesor de Kennedy, Lyndon B. Johnson, hasta entonces su vicepresidente. Con un extraordinario montaje de Pietro Scalia y Joe Hutshing, Oliver Stone da rienda suelta a todas sus ideas y teorías conspirativas con una película que plantea muchas preguntas, dilemas e indicios racionales sobre los sucedido realmente, aunque lo cierto es que la forma en que se exponen los hechos y se muestran al espectador únicamente tienen por objeto obtener del mismo el convencimiento de que lo que dice Stone es la realidad, cuando la misma, de acuerdo con bastantes fuentes, también habría sido manipulada por el propio Stone en una narrativa fuertemente encaminada a que el mundo creyera su versión. En cualquier caso, “JFK” contiene momentos de gran cine, con un gran reparto que incluye nombres como Jack Lemmon, Edward Asner, Kevin Bacon, Sissy Spacek, Walter Matthau, Donald Sutherland, Michael Rooker, Tommy Lee Jones, John Candy, Wayne Knight o Joe Pesci, entre otros.
El director de fotografía fue el norteamericano Robert Richardson [ASC], quien como hemos indicado ya otras muchas veces, en aquél momento era identificado sobre todo por su labor al frente de las películas de Oliver Stone: “Platoon”, “Savior”, “Wall Street”, “Born on the 4th of July” o “The Doors” llevan su sello, al que posteriormente se unirían “Natural Born Killers”, “Nixon” y “U Turn”, hasta la fecha su última colaboración después que su relación se rompiera en 1997 (parece ser que estuvieron a punto de volver a trabajar hacia 2010, con un proyecto que finalmente fue cancelado). Desde entonces Oliver Stone ha probado con múltiples directores de fotografía que incluyen nombres tan diversos como Rodrigo Prieto, Seamus McGarvey, Dan Mindel o Anthony Dod Mantle, sin que haya encontrado, ni de lejos, un nivel de colaboración y estética parecido al que consiguió con los mejores títulos de Richardson. El director de fotografía, por su parte, abrió su carrera a múltiples directores, entre ellos, sobre todo, Martin Scorsese y Quentin Tarantino, contando en la actualidad con tres premios Oscar en su haber, el primero de ellos precisamente por “JFK”, además de múltiples nominaciones y menciones, siendo quizá el director de fotografía nacido en norteamerica más importante de las dos o tres últimas décadas.
La estética de “JFK” va un paso más allá de la de “Born of the Fourth of July”, uno de los títulos inmediatamente anteriores de Richardson y Stone y que, como el presente título, ya incluía una fuerte reconstrucción de época. Desde entonces, precisamente, la reconstrucción de diferentes épocas del pasado reciente de los EEUU ha sido siempre uno de las especialidades de Robert Richardson: “The Aviator”, “The Good Shepherd” o “Once Upon a Time in Hollywood”, además del presente título, son buena muestra de ello. En este momento de su carrera Richardson comenzaba a experimentar con los que a la postre serían dos de sus sellos personales: el uso de una fuente de luz cenital muy, pero que muy intensa, que da lugar a fuertes sobreexposiciones de la imagen, sin justificación “naturalista” por así decirlo, pero que siempre o casi siempre da lugar a interesantes efectos estéticos siendo combinada con filtros Pro-Mist, así como la mezcla de diferentes formatos o texturas de imagen, que precisamente además en este caso son empleados con notables fines narrativos, al contrario que sucedería en momentos posteriores de la colaboración de Richardson y Stone.
En el caso de “JFK”, esas mezclas de formatos incluyen un material principal rodado en 35mm anamórfico y generalmente en la emulsión clásica Kodak 5247 (125T), para obtener un aspecto limpio y sin el menor atisbo de grano, que contrasta mucho con el granulado material rodado en 16mm, con el de 8mm y con material de archivo, estando encaminadas estas mezclas a incorporar material real en la película y material filmado para la misma que quiere pasar a los ojos como si fuera también material real. Pero la verdadera e importante distinción es entre el blanco y negro y el color: con el color del metraje principal Stone y Richardson quieren hacer pasar su material como los hechos objetivos de la película, mientras que reservan el blanco y negro de múltiples flashbacks para mostrar las elucubraciones o conjeturas del director sobre hechos que pudieron o no pasar, al no estar del todo claros ni para él mismo. En ese doble nivel narrativo es donde radica el éxito de “JFK” como película, a pesar de que la misma pretenda en exceso convencer al espectador de que lo que dice su director es la única verdad sobre todo el asesinato de Kennedy, a veces poniéndolo en boca del personaje de Kevin Costner o, por ejemplo, del “garganta profunda” interpretado por Donald Sutherland, cuyo monólogo es un perfecto ejemplo de todo esto.
A nivel de luz, Richardson ofrece un aspecto que mezcla lo teatral y lo natural en función de las escenas, a veces sin un excesivo interés por resultar coherente en este aspecto, pero ello a la postre importa poco, ya que lo que cuenta es que a través de ese uso del color o del blanco y negro, o de sus haces de luz, o incluso, de sus variaciones en la temperatura de color, la verdad de Stone se presenta a las ojos del espectador como la única verdad. Richardson a veces emplea mucha luz (tanta como para conseguir exponer la 5247 de forma correcta y poder usar zooms en formato anamórfico en la cámara “B”), sin importarle que esas sobreexposiciones y halos en torno a las fuentes de luz fuertemente quemadas sean más o menos reales, ya que las mismas conllevan la estilización necesaria para crear el aspecto de época. Quizá el trabajo de cámara pudiera haber sido algo mejor, con una predominancia de planos cerrados en lugar de tomas más abiertas, o coreografías de actores más trabajadas, pero lo cierto es que viendo el corto calendario de trabajo que tuvieron los cineastas, la relación entre la calidad obtenida en la luz y la puesta en escena es elevada. Por ello, gracias a que narrativamente el film y sus elecciones estéticas funcionan también, “JFK” continúa siendo un trabajo importante en la filmografía de Richardson, por más que en posteriores y sobre todo, más recientes trabajos, su estilo se haya refinado y, con Scorsese y especialmente con Quentin Tarantino, ha venido ofreciendo una puesta en escena más pausada, elegante y planificada que con Stone.
Título en España: JFK
Año de Producción: 1991
Director: Oliver Stone
Director de Fotografía: Robert Richardson, ASC
Ópticas: Panavision E-Series & Super Panazoom Cooke
Emulsión: Kodak 5247 (125T), Plus-X 7231 (80T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía, American Society of Cinematographers (nom)
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