Gray
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Interesante thriller de finales de los años 90, que tiene como característica principal su apuesta más por la creación de personajes y por el suspense que por la acción pura: un policía experto en negociaciones con rehenes (Samuel L. Jackson) es acusado falsamente de asesinato para ocultar una red de corrupción policial. Tratando de demostrar su inocencia, toma a varios policías como rehenes en un rascacielos. Como es consciente de que sus propios compañeros son los implicados, pide como condición que acuda como negociador policial a un agente de fuera de su entorno (Kevin Spacey). Lo que podría haber sido por tanto un espectáculo de tiros, planos aéreos, vértigo, etc. queda por tanto en un segundo plano principalmente debido al casting de dos actores de la talla de Jackson y Spacey en los papeles protagonistas. La película a pesar de ello dista mucho de ser perfecta, con algunos giros de guión algo rebuscados y una excesiva duración, aunque continúa siendo efectiva e interesante por su diferenciación con respecto a otras muchas películas del mismo género o de planteamiento similar. J.T. Walsh, David Morse, Dean Norris, Paul Giamatti, John Spencer o Ron Rifkin son algunos de los muchos rostros populares en los papeles secundarios.

Octava película del cineasta norteamericano James Gray (“Little Odessa”, “Two Lovers”), quien en esta ocasión vuelve a su territorio más seguro (los barrios de Nueva York), contando una historia muy personal, la de su infancia en Queens y su vida familiar, la influencia de su abuelo (Anthony Hopkins) o de cómo y por qué sus padres tuvieron que cambiarle de colegio en la época en que Ronald Reagan accedió a la presidencia de los EEUU y él, de niño, terminó conociendo a los Trump. El problema es que, por muy personal que resulte todo para Gray, lo que cuenta ni es muy interesante ni mucho menos estimulante, de tal manera que solo su oficio es capaz de salvar una película que, aunque posee cierto encanto y ternura, ni siquiera aporta nada visto anteriormente en el subgénero “coming of age” y mucho menos a lo visto anteriormente ya en las mejores películas de la obra del propio James Gray. Banks Repeta es el joven protagonista, mientras que Anne Hathaway y Jeremy Strong interpretan a sus padres.

Extraño giro en la carrera del cineasta norteamericano James Gray, autor de obras como “Little Odessa”, “Two Lovers” o “The Lost City of Z”, que en esta ocasión abandona la Tierra para adentrarse en la odisea espacial de Roy McBride (Brad Pitt), un astronauta al que le es encargada la misión de ir hasta el planeta Neptuno, en el que hace ya muchos años se perdió la pista de la nave tripulada por su padre (Tommy Lee Jones) en una misión especial en busqueda de vida extraterrestre. A pesar de la ambientación y de algunas secuencias de acción, lo que no pierde James Gray es su foco de atención en las relaciones humanas, en este caso, la relación paterno-filial entre estos dos personajes y como la misma ha condicionado la vida del personaje de Pitt. Sin embargo, las ambiciones de Gray (el film es una especie de cruce entre “2001: A Space Odyssey” y “Hearts of Darkness” de Joseph Conrad, libro del que surgió “Apocalypse Now”) quizá sean desmedidas para los resultados finales de la obra, que en ocasiones posee un desarrollo que parece demasiado visto en cine. Por ello, como le ocurría a la propia “The Lost City of Z”, “Ad Astra” es un film fallido, en el que parece que partiendo de un concepto muy interesante, Gray no ha sabido extraerle todo el jugo o bien que algo importante se quedó por el camino, pues la película queda lejos de ser tan trascendente como sus obvias referencias. Donald Sutherland, Ruth Negga y Liv Tyler tienen breves apariciones a lo largo de la proyección.

Adaptación de un libro de David Grann que, con producción de Brad Pitt, supone la primera película en la que el cineasta estadounidense James Gray se aleja de las calles de su Nueva York natal, en donde hasta la fecha se ha desarrollado íntegramente su filmografía (“Little Odessa”, “The Yards”, “We Own The Night”, “Two Lovers” y “The Immigrant”). En esta ocasión, Gray resume la vida de Percival Fawcett (Charlie Hunnam), un militar británico que, tras viajar a la inexplorada frontera entre Bolivia y Brasil a comienzos del siglo XX, descubre allí los posibles restos de una antigua ciudad y civilización. Este hecho le obsesiona de por vida, motivo por el cual encadena varias expediciones posteriores al mismo lugar a fin de tratar de encontrar las pruebas de su hallazgo. “The Lost City of Z” es, sin dudas, una propuesta clásica en la misma línea de su anterior “The Immigrant” y que contiene momentos de gran cine, siendo además, hasta la fecha, la película más ambiciosa de Gray en cuanto a escala. Sin embargo, a pesar de ello, contiene también algunas imperfecciones, sobre todo en lo relativo a la obsesión de Fawcett con Z, no del todo bien explicada, así como de metraje, que parece algo corto para todo lo que quiere contar el director en menos de dos horas y media de proyección. Sienna Miller, Robert Pattinson, Tom Holland, Angus MacFadyen e Ian McDiarmid completan el reparto.

Estupendo melodrama ambientado en Nueva York, a comienzos de la década de 1920, y que tiene como protagonista a una joven inmigrante polaca (Marion Cotillard) que llega a EEUU en un barco junto a su hermana, pero ésta es retenida en cuarentena en la Isla...

Cuarta película tras las cámaras de la realizadora Sofia Coppola, la cual una vez más vuelve a tratar los temas de la soledad, la alienación y el aislamiento, en esta ocasión en la persona de una estrella de Hollywood (Stephen Dorff), que vive recluido en un hotel de lujo y al que ni siquiera las visitas de su hija (Elle Fanning) consiguen sacarle de la monotonía de su existencia. Por reiteración de temas, quizá sea la película menos interesante o lograda de Coppola hasta la fecha, a pesar de que también es apreciable un giro Godardiano en su cine, en su vertiente de abstracción y carencia de argumento, que a buen seguro harán de “Somewhere” una película tediosa para la gran mayoría del público.

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