Sony Venice
-1
archive,tag,tag-sony-venice,tag-139,bridge-core-3.3.2,qode-optimizer-1.0.3,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,vertical_menu_enabled,qode-title-hidden,qode-smooth-scroll-enabled,qode-child-theme-ver-1.0.0,qode-theme-ver-30.8.3,qode-theme-bridge,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-8.0,vc_responsive

Adaptación cinematográfica de un libro de David Grann, producido por Apple con un enorme presupuesto de doscientos millones de dólares, con los que durante también más de doscientos minutos de proyección Martin Scorsese adentra al espectador en la historia de los indios Osage, unos nativos americanos que encontraron petróleo en sus tierras. Y como consecuencia de la aparición del oro negro, llegó el hombre blanco a sus dominios para corromperlo todo. Robert De Niro interpreta a Bill Hale, un hombre influyente que vive en esas tierras, mientras que Leonardo Di Caprio es su tozudo sobrino, que se casa con una joven india (Lily Gladstone) por influencia del tío, que ansía, eliminando a toda su familia, quedarse con el dinero que poseen. Ello tiene muchas ramificaciones, entre ellas, la aparición en escena del FBI, que decide investigar los crímenes después de una denuncia cuando los mismos son absolutamente aparentes. Lo que a priori debería de ser una historia con mucho interés se convierte en una película de un ritmo muy errático y plomizo, que exige mucha paciencia al espectador hasta que la historia arranca de verdad, pero ni siquiera en su parte final -que además es más convencional- vuela demasiado alto, excepto, curiosamente, en un epílogo que cambia absolutamente de estilo con respecto a todo lo visto anteriormente. Y ello es una lástima, porque el talento delante y detrás de las cámaras es descomunal, pero las larguísimas tres horas y media de proyección se sienten minuto a minuto, mientras se tiene la sensación de que lo mismo podría haberse contado (mejor) en mucho menos tiempo.

Séptima entrega de las misiones imposibles de Ethan Hunt (Tom Cruise) y su grupo de espías (Rebecca Ferguson, Ving Rhames y Simon Pegg), quienes en esta ocasión, tienen que ir en búsqueda de una llave que, de caer en manos de un peligrosísimo enemigo (una inteligencia artificial) pondría en peligro al mundo entero. El juego de traiciones -en el que continúa el personaje de Vanessa Kirby, pero al que se suman Hayley Atwell y Esai Morales, como el villano que hace física la amenaza de la inteligencia artificial- posee un elevado nivel, aunque la estrella de la función continúa siendo un incombustible Tom Cruise, quien de la mano de Christopher McQuarrie, parece empeñado en que el público vuelva a las salas de cine. Y en ese sentido, el film es absolutamente exitoso, pues ofrece una espectacularidad que es imposible de recrear en un entorno doméstico con múltiples escenas de acción, que en esta ocasión incluyen una persecución en Roma, una pelea (o varias) en Venecia y una espectacular secuencia en un tren a través de los Alpes, que incluye el tan publicitado salto de Tom Cruise, en moto, desde la ladera de una montaña. Los resultados continúan siendo tan buenos como en las últimas entregas de la saga y el abrupto final de la historia (que continuará con una octava parte, pendiente de estreno y aún no finalizada), deja con ganas de mucho más. Henry Czerny retoma su personaje del primer "Mission Impossible" de 1996, en un film que en cierto modo es una continuación del mismo. 

Nueva adaptación cinematográfica de la novela clásica de Erich Maria Remarque, ambientada como siempre en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial, siguiendo a un grupo de soldados alemanes que, tras alistarse en el ejército con ilusión y patriotismo, rápidamente descubren el infierno de la guerra mientras simplemente tratan de sobrevivir día a día. Esta nueva versión, dirigida por el alemán Edward Berger, cuenta con producción de Netflix y parece ser que es una de las producciones germanas de mayor presupuesto de la historia. Se trata sin duda de una película muy estimable, aunque quizá demasiado episódica en su primera mitad, en la que sin duda destacan poderosamente sus escenas bélicas, aunque la sombra de películas como "1917" (Sam Mendes, 2019), "Idi i Smotri/Come and See" (Elem Klimov, 1985) o incluso el clásico de Stanley Kubrick "Paths of Glory" (1957) es muy alargada y pesa mucho durante su metraje, a pesar de lo cual la nueva versión aguanta muy bien la comparación con su predecesora, la oscarizada "All Quiet on the Western Front" (Lewis Milestone, 1930), también a nivel de la Academia de Hollywood, pues esta versión ha obtenido nueve candidaturas a sus premios. 

Tardía secuela de la película original de 2009, la más taquillera de la historia, que además ha sido rodada al mismo tiempo que una tercera parte todavía pendiente de estreno. James Cameron lleva al espectador de nuevo a la luna de Pandora, el mundo habitado por los Na’vi en el que Jake Sully (Sam Worthington) vive junto a Neytiri (Zoe Saldana) y sus hijos años después de que los “hombres del cielo” tratasen de destruir su mundo. Sin embargo, el malvado Coronel Quaritch (Stephen Lang) ha sido clonado y ahora es un poderoso Na’vi que busca venganza (con la ayuda de RDA, la empresa que monopoliza los recursos de Pandora) contra Sully y su familia, de manera que estos se ven obligados a esconderse junto a los Metkayina, una tribu de Na’vi que viven en un idílico entorno marino. Con un reparto en el que también repite Sigourney Weaver y al que se suma Kate Winslet, “Avatar: The Way of Water” justifica plenamente el tiempo que ha empleado James Cameron en su concepción, desarrollo, filmación y post-producción, ya que a pesar de sus algo más de tres horas de proyección, su versión cinematográfica tridimensional y en el sistema “High Frame Rate” (HFR) es un espectáculo inmersivo que, cuando menos, va un paso más allá de lo hasta ahora conocido, situando al espectador dentro de Pandora y muy cercano a sus personajes, que son más reales que nunca, dentro de un maravilloso (y precioso) entorno que combina las más modernas técnicas para su creación. Su mayor hándicap, además del exceso de metraje, es la escasa originalidad y cuestionable calidad del texto, algo típico en James Cameron, que reutiliza múltiples elementos de la primera película, o de otras propias como “The Abyss” (1989) y “Titanic” (1997). Pero el espectáculo es de una inabarcable magnitud, además de más emocional y familiar, superando dichos inconvenientes con creces, además de recuperar el concepto de película que únicamente se puede ver y disfrutar plenamente en el lugar para el que fue concebida: la sala de cine.

Continuación directa de la película de 1986, ambientada como no podía ser de otra manera, más de treinta años después de los acontecimientos del film de Tony Scott. Maverick (Tom Cruise) continúa pilotando aviones y es enviado de nuevo a Top Gun a fin de que ayude con su experiencia a un joven pero inexperto escuadrón de pilotos que deben realizar una complicada misión en territorio enemigo. Entre ellos, se encuentra Rooster (Miles Teller), el hijo de su amigo Gus, que falleció durante el primer film. Realmente “Top Gun: Maverick” más que una secuela es un remake de la película original, pues sigue su estructura y personajes de forma más que evidente, aportando en este sentido poca o ninguna novedad. De hecho, parece un film pensado exclusivamente para satisfacer a los fans del primer film o del propio Tom Cruise, desde una apertura que recrea literalmente la del original incluyendo la música de Harold Faltermeyer, hasta la dedicatoria final a Tony Scott. Lo mejor, sin duda, dentro de una película que es entretenida pero dista un abismo de ser buen cine, son las secuencias aéreas, algunas de ellas o suficientemente bien planteadas y ejecutadas como para hacer que el espectador se agarre a la butaca. Ed Harris, Jon Hamm, el casi homenajeado Val Kilmer y Jennifer Connelly, como el interés amoroso del personaje de Cruise, completan el reparto.

Adaptación de una novela de Robert Harris, autor con el que el director Roman Polanski ya trabajó en “The Ghost Writer”, que a su vez está basada en la historia real de Alfred Dreyfus (Louis Garrel), un militar francés, judío, que fue erróneamente acusado y considerado culpable de un delito de alta traición, por el que fue enviado a la Isla del Diablo en la Guayana Francesa. Sin embargo, cuando es ascendido en los servicios secretos del ejército francés, el capitán Picquart (Jean Dujardin) tiene conocimiento de una serie de documentos que podrían significar que Dreyfus era inocente, así como que el procedimiento en que fue culpabilizado, habría sido un fraude en colaboración con el ejército, la justicia y el gobierno francés. Se trata de una sobria película de Polanski, lejos de sus mayores logros como cineasta, pero interesante y bien llevada, que como cabría esperar, sugiere determinados paralelismos con la vida del propio director, además de un crítico retrato del antisemitismo imperante en la Francia de finales del siglo XIX. Emmanuelle Seigner, Grégory Gadebois, Hervé Pierre, Vincent Perez y Mathieu Amalric, entre otros, completan el reparto del film.

Por Ignacio Aguilar. Director de Fotografía. Miembro Asociado de la AEC (Asociación Española de Directoras y Directores de Fotografía). Co-Fundador de Harmonica Rental, Lentes de Cine y Ruedatucorto.com. Actualmente es profesor de dirección de fotografía en Escuelas como EFTI, TAI y ECAM en Madrid, España.  VIENE DE...

Por Ignacio Aguilar. Director de Fotografía. Co-Fundador de Harmonica Rental, Lentes de Cine y Ruedatucorto.com. Actualmente es profesor de dirección de fotografía en Escuelas como EFTI, TAI y ECAM en Madrid, España.  ANTECEDENTES En los últimos años hemos venido escuchando mucho acerca de la llegada de cámaras cinematográficas...

Language / Idioma