Extraordinaria adaptación cinematográfica de una obra de teatro de Ray Rigby y R.S. Allen, ambientada en una prisión militar en el norte de África, durante la Segunda Guerra Mundial. Allí es donde los británicos envían a los soldados que han protagonizado actos deshonrosos para el ejército de su Majestad: cobardía, indisciplina, rebeldía, negativa a seguir órdenes, etc. La prisión está dirigida con mano dura por un brigada (Harry Andrews, extraordinario, quizá en su mejor papel en cine) y por uno de sus oficiales (Ian Hendry). Hasta allí llega un grupo de cinco soldados nuevos, entre los que se encuentra Roberts (Sean Connery). La dureza de las condiciones y de los castigos pronto provocarán una situación inesperada. Se trata de un gran film de Lumet, que dirige a sus actores con su habitual excelencia y, además, aporta su enorme oficio y talento detrás de la cámara, con una historia que va creciendo poco a poco hasta llegar a un tercio final en el que la calidad del texto, la puesta en escena, el brillante montaje y el reparto hacen de este uno de los mejores títulos de su director.
Con exteriores rodados en España (Málaga y Almería), el director de fotografía fue el británico Oswald Morris [BSC]. Ganador del Óscar por su extraordinaria labor en “Fiddler on the Roof” (Norman Jewison, 1971), Morris fue uno de los directores de fotografía británicos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Su principal colaboración cinematográfica es la que le unió a John Huston desde “Moulin Rouge” (1952) hasta “The Man Who Would Be King” (1975), dejando por el camino títulos como “Moby Dick” (1956) o “The Mackintosh Man” (1973). Representante de la mejor escuela británica y compañero de generación de directores de fotografía como Geoffrey Unsworth, Freddie Francis, Christopher Challis, Guy Green o Douglas Slocombe, Morris además trabajó para J. Lee Thompson (“The Guns At Navarone”, 1961), Stanley Kubrick (“Lolita”, 1962), Carol Reed (“Oliver!”, 1968), Joseph Mankiewicz (“Sleuth”, 1972), Ronald Neame (“Odessa”, 1974) o Jim Henson y Frank Oz, para los que rodó al final de su carrera “The Dark Crystal” (1982). Morris rodó un total de cuatro películas para Sidney Lumet, comenzando por la presente, así como tres films consecutivos a finales de los 70, “Equus”, “The Wiz” y “Just Tell Me What You Want”.
Rodada en blanco y negro, “The Hill” es una película típica de Sidney Lumet en dos aspectos: el primero de ellos, sin ningún género de dudas, la pretensión habitual del director en lograr que lo que vemos en pantalla sea muy natural y muy realista. Ello lo consiguen Lumet y Morris gracias a un estilo de iluminación muy moderno para la época. En gran medida el director de fotografía evita el uso de la habitual luz de relleno en exteriores diurnos, incluso aquéllos que tienen lugar bajo el sol del sur de España durante el mes de septiembre, que es cuando fue rodado el film. En esta parte de la película, que se corresponde principalmente con el primer tercio de proyección, Morris deja que la propia tierra clara del suelo en el que fue construido o adaptado el campamento-prisión del film haga las veces de material reflectante. Por ello el británico no tiene que preocuparse en rellenar las sombras (o rostros de los personajes), que generalmente están algo oscuros, pero con más que suficiente detalle para que los vea el espectador. Pero lo que realmente resulta interesante son los interiores, que anticipan ya la excelencia de su trabajo en “Fiddler on the Roof”. Gran parte de los mismos hacen uso de una única fuente de luz lateral o a través de las ventanas. Esta fuente por lo general es aún muy dura, pero crea un aspecto muy realista en los interiores, ya que la luz incide de forma muy similar a como lo haría de forma natural. A veces los fondos aparecen un poco quemados, como si la luz de Morris no fuera lo bastante intensa, pero el aspecto, dentro del realismo del film, es más que adecuado. Pero particularmente interesantes son los interiores del pasillo de la prisión y de la celda, con luz integrada para las escenas nocturnas y haces de luz sobreexpuestos que entran a través de las ventanas, dejando que el blanco de los decorados también rellene las sombras.
El segundo aspecto que hace que el film sea típico de Lumet es la puesta en escena, muy controlada, que sigue la senda de “12 Angry Men”. Modificando de forma continua los ángulos y la altura de la cámara, Lumet consigue que cada línea de diálogo, cada frase o incluso cada expresión o cada mirada de sus actores consiga el efecto exacto que pretende el director, incluyendo el fuerte histrionismo de la parte final de la proyección, en la cual el éxito de Lumet como cineasta queda más que patente. Además de los numerosos travellings o incluso una cámara al hombro que colabora con el citado realismo que buscaba el director, la puesta en escena de “The Hill” destaca además porque Lumet rueda a sus actores desde muy cerca y casi siempre con focales muy angulares (entre el 18mm y el 25mm), por lo que los rostros aparecen deformados con mucha frecuencia y la intensidad e impacto de lo que vemos en pantalla es aún mayor (son frecuentes los rápidos cortes de montaje entre personajes que el director mantiene encuadrados con angulares contrapicados).
Los resultados son, desde el punto de vista cinematográfico, muy, muy buenos. Lumet demuestra una vez más que por más que los orígenes de una película se encuentren en una obra teatral, e incluso que uno de sus puntos más fuertes, cuando no el más fuerte de todos ellos, sea la interpretación de todos y cada uno de los actores, ello no está reñido en absoluto con dotar a la película de un aspecto formal y una puesta en escena cien por cien cinematográfica. Es más, al contrario, un muy buen texto como el presente y unas excelentes interpretaciones son matizadas y mejoradas por la excelente puesta en escena, mientras que la fotografía de Oswald Morris, absolutamente realista y avanzada para la época, proporciona el ambiente natural y veraz que era necesario para que nosotros, como meros espectadores o testigos de lo sucedido en el interior de la prisión en la que se desarrolla la acción, nos sintamos casi partícipes de la misma.
Título en España: La Colina
Año de Producción: 1965
Director: Sidney Lumet
Director de Fotografía: Oswald Morris, BSC
Ópticas: Cooke Speed Panchro
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.66:1
Otros: B/N
Premios: BAFTA a la mejor fotografía británica en blanco y negro
Vista en HDTV
© Ignacio Aguilar, 2018.