Adaptación de un libro de Forrest Carter, originalmente ideado para ser dirigido por uno de sus dos guionistas, Philip Kaufman, quien de hecho llegó a ponerse tras las cámaras durante varias semanas de rodaje hasta que Clint Eastwood, productor y protagonista absoluto, decidió sustituirle él mismo como director. Así, por tanto, se trata del segundo de los cuatro Western que dirigió y protagonizó, después de “High Plains Drifter” (1973) y antes de “Pale Rider” (1985) y, por supuesto, de “Unforgiven” (1992) y en él narra la historia del granjero Josey Wales, que tras la pérdida de su familia hacia el final de la guerra civil americana a manos de soldados unionistas, se convierte en un vengador forajido sobre el que se fija una importante recompensa. Los resultados son buenos, aunque es una película quizá demasiado larga (más de dos horas de proyección) y episódica como para resultar totalmente exitosa. Chief Dan George, Sondra Locke, John Vernon, Bill McKinney y Sam Bottoms forman el reparto principal secundando a Eastwood.
El director de fotografía fue Bruce Surtees, quien por aquél entonces era el director de fotografía predilecto de Clint Eastwood y su productora Malpaso, siéndolo además hasta el rodaje de “Pale Rider” (1985). Pero al contrario que en épocas posteriores, en las que Jack N. Green (que fue operador de Surtees) y Tom Stern (que fue gaffer de ambos) enlazaron muchas películas consecutivas con Eastwood, en esta etapa de su filmografía el actor-director-productor todavía empleaba de cuando en cuando a otros operadores, que alternaba con Surtees. La carrera de éste está de todas formas absolutamente ligada a Eastwood, desde su debut en 1971 tanto con “The Beguiled” y “Dirty Harry” (ambas dirigidas por Don Siegel) como con “Play Misty for Me”, debut del propio Eastwood en la dirección, destacando títulos como “Joe Kidd” (John Sturges, 1972), “High Plains Drifter” (Eastwood, 1973) o “Escape from Alcatraz” (Don Siegel, 1979), aunque curiosamente recibió su única nominación al Oscar por un film totalmente ajeno como “Lenny” (Bob Fosse, 1974), uno de sus títulos de prestigio junto a “Night Moves” (Arthur Penn, 1975).
El aspecto visual de “The Outlaw Josey Wales” es una clara continuación de lo que Surtees hizo tanto en “Joe Kidd” como en “High Plains Drifter”, con una extraña mezcla de clasicismo y experimentación muy rara de ver en producciones importantes como la presente. Surtees se había formado lógicamente trabajando en equipos de cámara de su padre, el gran operador Robert L. Surtees y de él aprendió las formas clásicas de la fotografía cinematográfica… aunque sólo fuera como un comienzo para transgredirlas. Ello es especialmente evidente en la forma en que Surtees hijo trataba los exteriores día, en este caso, rodados casi de forma íntegra en vistosísimas localizaciones del estado de Arizona bajo una preciosa luz otoñal y en formato panorámico anamórfico, generalmente con lentes fijas, pero sin renunciar del todo al zoom. Un clásico como su padre habría expuesto para una óptima reproducción de los cielos y la luz solar, es decir, para las altas luces, y habría hecho uso de grandes unidades de luz artificial para rellenar las sombras, ya que las mismas, de forma inevitable, siempre se encontrarían varios diafragmas por debajo del gris medio y, de lo contrario, serían muy negras y profundas. Pues bien, Surtees hijo sigue esa escuela de exponer para el cielo óptimo y las altas luces… pero rehúsa casi por completo emplear luz artificial en los exteriores, ni siquiera emplea de hecho reflectores o algo de luz rebotada en paneles, esticos, palios, etc. para reducir la densidad de las sombras. Solo, de vez en cuando, es perceptible que hay algún aparato rellenando sombras o incidiendo directamente sobre Eastwood y compañía, más que nada, porque si no en esos momento ni se vería a los actores.
El efecto es una fotografía de un contraste elevadísimo, casi inigualable por su extraña concepción. El ejemplo clásico sería Conrad Hall, capaz de realizar un trabajo siguiendo los mandamientos de la vieja escuela en “The Professionals” (Richard Brooks, 1966), pero situarse a la vanguardia con “Butch Cassidy and The Sundance Kid” (George Roy Hill, 1969), otro Western con el que comenzó a experimentar con la sobreexposición de manera que, al mismo tiempo que los cielos aparecían ya quemados, las sombras no eran tan negras y no era tan necesario emplear luz artificial. Pero Surtees no hace eso, como decíamos, simplemente expone como lo habría hecho su padre y deja que todo se vaya a negro. El resultado es que los parajes en los que está rodado el film, priorizados por ese tipo de exposición, lucen absolutamente magníficos, mientras que los personajes generalmente son meras siluetas de las que apenas se distinguen sus rasgos en muchas ocasiones (un poco en la línea de Gordon Willis en “The Godfather, Part II”… pero en exteriores diurnos). Por ello tampoco resulta extraño que, cuando rueda interiores, Surtees apenas se limite a introducir un par de haces de luz en los mismos y dejar que los personajes se muevan entre zonas de luz y sombras, algo tremendamente arriesgado y que hace que, en más de una ocasión, ocurra lo que nunca le ocurrió a Willis: es dificil seguir la acción porque la oscuridad a veces es tan negra que impide que se vea lo que se tiene que ver.
Ese es quizá el mayor problema de una fotografía que, de puro riesgo y experimentación, a veces es excesiva, siendo esa a la vez su mayor cualidad, pues demuestra un cuajo y personalidad abrumadoras más allá de que siempre resulte exitosa o no. Siendo un film eminentemente de exteriores, la calidad y consistencia de la luz es excepcional, más allá de algunos problemas en escenas rodadas bajo cielos encapotados o recurriendo, como era tradicional, a la noche americana en un par de secuencias breves. Tampoco es especialmente acertado el uso de filtros tipo Fog en una escena junto a un río, aunque no llegan a molestar, pero lo importante es que “The Outlaw Josey Wales” ofrece una imagen única, con muchísima fuerza, muy extraña de encontrar en un cine de este calibre; en cierto modo, es irregular, pero su irregularidad se perdona gustosamente porque ofrece unos escenarios tan majestuosamente fotografiados y un nivel de riesgo, casi suicida, que cada fotograma es digno de admirar, más allá de que sean completamente acertados o no.
Título en España: El Fuera de la Ley
Año de Producción: 1976
Director: Clint Eastwood
Director de Fotografía: Bruce Surtees
Ópticas: Panavision C-Series & Super Panazoom Cooke
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Vista en Blu-ray