Adaptación de una novela de Mario Puzo, el autor de “The Godfather”, sobre la vida de Salvatore Giuliano, un bandolero italiano que, durante la década de 1940, se ganó la fama de ser una especie de Robin Hood que robaba a los ricos para entregarles dinero y comida a los pobres, hasta que, después de enfrentarse a la mafia, la aristocracia local y hasta a la iglesia, fue traicionado y asesinado. Michael Cimino, después de su buen hacer en “The Year of the Dragon”(1985) –que, no obstante, se saldó con un nuevo fracaso comercial en su carrera, después de “Heaven’s Gate” (1980)- logró de nuevo reunir al equipo técnico de su anterior película y un casting encabezado por Christopher Lambert, Terence Stamp, Joss Ackland y John Turturro, pero no puede hacer nada ante la nula capacidad interpretativa del protagonista de “Highlander” en el rol principal, ni tampoco con la falta de emotividad de una historia que, en la gran pantalla, es demasiado confusa e inconexa.
No sólo repitieron con respecto a “The Year of the Dragon” el músico David Mansfield, el diseñador Wolf Kroeger o la montadora Françoise Bonnot, sino que también hizo lo propio el británico Alex Thomson [BSC], nuevamente bajo el extraño crédito de “Photographed and Operated By”. La carrera del que fuera ayudante de Nicolas Roeg alcanzaba su punto culminante en esta época, pues después de conseguir su merecida nominación al Oscar con “Excalibur” (John Boorman, 1981), encadenaría proyectos tan vistosos como “The Keep” (Michael Mann, 1983), “Legend” (Ridley Scott, 1985), “Labyrinth” (Jim Henson, 1986), además de la citada “The Year of the Dragon”, antes de especializarse en vehículos de acción durante la década posterior, con films como “Alien³” (1992), “Cliffhanger” (1993), “Demolition Man” (1993) o “Executive Decision” (1996) y retirarse no sin antes afrontar el monumental “Hamlet” (Kenneth Branagh, 1996) en 65mm, o haber sido escogido por David Lean para rodar “Nostromo” antes de su fallecimiento en 1991.
“The Sicilian” puede que no sea un gran film, ni siquiera uno pasable, pero lo cierto es que muestra a un Alex Thomson en plena forma. Es evidente que el retrato de los paisajes del sur de Italia está muy influenciado por las imágenes creadas tanto por Giuseppe Rotunno [ASC, AIC] en “Il Gattopardo” (Luchino Visconti, 1963), como por Gordon Willis [ASC] en las dos primeras entregas de “The Godfather”, de las que “The Sicilian” hereda en tono cálido y soleado de sus exteriores (posiblemente mediante filtros de Coral o Antique Suede), que tras dos referentes tan colosales, posiblemente sea y fuera la única forma de fotografiar las espectaculares localizaciones de Sicilia de una forma creíble para el espectador. En este caso, a diferencia de Willis, en lugar de utilizar algo de difusión en cámara, lo que hizo Thomson fue escoger, una vez más, sus lentes anamórficas predilectas, las Cooke S2/S3 adaptadas a formato panorámico anamórfico por Joe Dunton, bajo la denominación Cooke Xtal Express, que le permitían obtener un formato panorámico, pero al mismo tiempo, imágenes de un escaso contraste, detalladas pero no excesivamente nítidas, que funcionan muy bien en los exteriores, en los que contrarrestan muy bien la dureza de la luz siciliana y crean una textura suave y muy natural, efecto que se incrementa cuando Thomson, en lugar de utilizar lentes fijas, utiliza un zoom convertido a formato anamórfico que es aún más suave y menos contrastado y es magnífico para los actores. En los exteriores, sobre todo en las imágenes en movimiento, también es muy perceptible la distorsión de barril creada por los angulares (seguramente el 32mm), que deforman la imagen en los extremos del fotograma.
Los interiores siguen la misma senda, con un aspecto muy natural y muy suave, tanto en cuanto a su textura como a la cualidad de la luz. Su mayor dificultad reside en que, en muchísimas escenas, Thomson se ve obligado a mostrar exteriores reales a través de puertas y ventanas, con personajes entrando y saliendo de las estancias, lo que le impedía utilizar gelatinas y gasas para equilibrar los niveles de luz y le forzada a incrementar los niveles de luz en sus interiores, con una enorme dificultad para poder esconder sus luces y mantener el contraste y la direccionalidad (natural) de la luz, además de forzarle a utilizar arcos o HMIs. Algunas secuencias interiores nocturnas, a la luz de las velas o farolillos, emplean las lentes a máxima apertura de diafragma y revelado forzado con un grano muy aparente, aunque sus efectos estéticos son bonitos y creíbles y hace que se pase por alto este detalle. También, cabe destacar que Thomson se luce en un buen número de secuencias exteriores nocturnas, o especialmente una interior nocturna en una iglesia (cuando Giuliano y los suyos acuden a secuestrar al cardenal), que es de una inmensa plasticidad.
Cimino puede que no brille en su narrativa o en su dirección de actores (más bien al contrario), pero lo cierto es que la puesta en escena sigue siendo reminiscente de sus dos grandes logros, “The Deer Hunter” y “Heaven’s Gate”, con multitud de travellings, bellísimas composiciones de personajes en pantalla, extras minuciosamente situados en grandes paisajes, grúas, zooms, que demuestran que puede que “perdiera la razón” como cineasta pero, desde luego, el ojo para ejecutar una grandiosa planificación, muy por encima del texto que ilustra, era algo innato en él.
Título en España: El Siciliano
Año de Producción: 1987
Director: Michael Cimino
Director de Fotografía: Alex Thomson, BSC
Ópticas: Cooke Xtal Express
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (J-D-C Scope), 2.4:1
Vista en DVD
© Ignacio Aguilar, 2013.