Revisión del Spaghetti-Western y el cine Blaxplotation por parte del realizador de “Pulp Fiction” que, como casi todo su cine, toma una serie de modelos ajenos para convertirlos en su propio universo, en este caso más la referencia de Sergio Corbucci que la de Sergio Leone, quizá más apreciable en largos segmentos de “Kill Bill Vol. 2”. En «Django» el argumento gira en torno a un antiguo dentista, ahora convertido en cazarrecompensas (Christoph Waltz, que prácticamente retoma su personaje de “Inglourious Basterds”) que se une al personaje que da título al film, un antiguo esclavo al que libera (Jamie Foxx) para capturar forajidos y cobrar los importes que la justicia ofrece por ellos. Todo ello con la condición de que, cuando termine el invierno, el dentista ayude a Django a liberar a su mujer (Kerry Washington), esclava en una plantación de Mississippi cuyo dueño (Leonardo Di Caprio) es un entusiasta de las peleas entre esclavos negros. Don Johnson, Jonah Hill, James Remar, James Russo, Bruce Dern, el propio Tarantino, Franco Nero en un pequeño cameo y Samuel L. Jackson, como el jefe de los esclavos de la plantación, secundan al trío principal en una película irregular, demasiado larga y menos inspirada que la anterior obra del realizador, pero que sigue ofreciendo una estupenda muestra de su ingenio como guionista y su capacidad para reciclar material de desecho y convertirlo en un entretenimiento de primera categoría, no exento de ratos de gran cine, como toda la secuencia nocturna en la plantación.
El director de fotografía, por cuarta vez en la carrera de Quentin Tarantino, es Robert Richardson [ASC], desde hace años el operador norteamericano más importante, que cuenta en su haber con tres premios Oscar (“JFK”, “The Aviator”, “Hugo”), igualándose con Vittorio Storaro como el único operador vivo y en activo con tales distinciones, fruto de sus largas colaboraciones con Oliver Stone –en la mejor parte de la filmografía de éste- y Martin Scorsese. Richardson es director de fotografía cuyos mejores trabajos, casi siempre, han sido aquéllos en los que ha necesitado recrear aspectos de época del pasado reciente de los EEUU (“Born on the Fourth of July”, “The Good Shepherd”), siempre a través de su estilo muy particular, a veces teatral, que incluye fuertes haces de luz cenital sin motivar, sobreexposiciones e incluso usando humo y difusión en cámara, trabajando casi siempre en interiores o exteriores urbanos.
“Django” no se ajusta –a priori- al perfil de película en la que más destaca Richardson, que en este caso parece obvio que ha sido elegido más por su relación con Tarantino, para el que trabajó en “Kill Bill” e “Inglourious Basterds”, que por la adaptación de su estilo al material. El film incorpora, por ejemplo, varios exteriores nocturnos en campo abierto que, en manos de Richardson, se convierten en escenas de una gran teatralidad (la secuencia de apertura, de presentación del personaje de Christoph Waltz, la del Ku-Klux-Klan o el cierre), con un fuerte y característico contraluz –a veces fuertemente sobreexpuesto- que ofrece buena profundidad, pero lógicamente, carece de motivación alguna. No obstante, el aspecto de todas estas secuencias es muy bueno y, dentro de un conjunto que, lógicamente no pretende buscar una ambientación de época realista, la estilización que este recurso supone queda razonablemente bien justificada. Quizá más estridente resulte la utilización de película positiva Ektachrome para resaltar algunos flashbacks, con sus característicos tonos muy saturados y contrastados, aunque por suerte son momentos bastante breves y muy concentrados dentro de la proyección.
Sorprendentemente, Richardson se maneja muy bien en los grandes exteriores, gran parte de los mismos rodados con la luz natural y/o disponible, haciendo uso de la hora mágica o estupendos atardeceres en tomas muy concretas, que incluso incluyen un buen aprovechamiento de los paisajes. A tal efecto, el operador utiliza el sol a contraluz y un buen grado de sobreexposición para permitir que sus sombras –como los rostros de los actores- queden bien expuestas –apoyándose en reflectores- aunque con ello sacrifique en parte la calidad de sus cielos. Cuando la película se traslada al sur de los EEUU, a mitad de metraje, Richardson hace uso de una ligera difusión en cámara para sugerir el clima más cálido y húmedo de las plantaciones, tanto en interiores como en exteriores.
También hace uso de otro de sus sellos personales (un fuerte luz cenital y sobreexpuesta incidiendo sobre una mesa, con los personajes que se sientan alrededor de la misma iluminados por la luz que rebota de la misma) en varias ocasiones, como en la escena casi al inicio mientras los cazarrecompensas esperan la llegada del Sheriff en una taberna, aunque en esa ocasión concreta provoque inconsistencias en el raccord, puesto que el nivel de sobreexposición no es el mismo en todos los ángulos. Y sobre todo, Richardson se desata en la recta final de la película introduciendo fuertes contraluces sobre los actores en un modo absolutamente teatral en los interiores, o incluso luces duras para proyectar las sombras de los personajes en las paredes, puesto que todo el material nocturno en las pertenencias del personaje de Leonardo Di Caprio estaba realizado a través de una luz suave muy cálida, con una apariencia que, en general, resultaba demasiado plana y aburrida.
El trabajo de cámara, en formato panorámico anamórfico, rinde homenaje al Western italiano a través de un extensivo uso del zoom (48-550mm Primo, con un adaptador trasero, así como el 70-200mm con el elemento anamorfizador en la parte delantera de la óptica), no como focal variable, sino para realizar rapidísimos cambios de focal durante el plano, quizá aún más rápidos y extremos que los de “Kill Bill”. Sin embargo, cuando se deja de lado este recurso, destaca más una puesta en escena muy pausada, con tendencia a los angulares (40 y 50mm) y muchos planos fijos, muchos de ellos muy bien compuestos, incluso situando a los personajes en los extremos del fotograma (como durante la conversación privada entre Di Caprio y Samuel L. Jackson). En la Steadicam, Richardson cuenta con su habitual, el siempre excelente Larry McConkey.
Así pues, aunque por su teatralidad quizá no fuera el operador que más se ajustase –por cuestiones de estilo- al material, Richardson continúa ofreciendo un trabajo muy sólido, quizá demasiado plano en algunos segmentos o excesivo en otros, pero con el que en conjunto demuestra una vez más que, aunque solo sea por oficio, es capaz de sacar adelante casi cualquier proyecto, especialmente si el mismo admite el estilo no estrictamente natural del que siempre ha hecho gala a lo largo de sus casi treinta años de carrera en la primera línea de la fotografía cinematográfica.
Título en España: Django Desencadenado
Año de Producción: 2012
Director: Quentin Tarantino
Director de Fotografía: Robert Richardson, ASC
Ópticas: Primo, E-Series, ATZ y AWZ2 de Panavision
Emulsión: Kodak 5213 (200T), 5219 (500T) y Ektachrome 5285 (100D)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: 4K Digital Intermediate
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom)
Vista en DCP
© Ignacio Aguilar, 2013.